Nuestra responsabilidad de ofrecerles un mundo mejor


Los domingos por la mañana son cada vez más especiales y divertidos, la causa de tan celebrados adjetivos es mi nieta Ana de tan solo 3 añitos. Con ella comparto charlas amenas, algunas que me invitan a viajar al pasado y otras explorar un futuro cercano; pero son sin duda sus ocurrencias, propias de una generación creativa, las que le dan el toque especial a la situación.

Fue precisamente el último domingo cuando entre risas y sonrisas nuestras acostumbradas charlas tomaron un matiz de seriedad. Luego de degustar un enriquecedor desayuno, procedimos a ver la televisión a solicitud de mi nieta quien inmediatamente hizo gala de su habilidad con el mando de la televisión - a pesar de su temprana edad - quien raudo cumplió sus deseos de poder ver los tan ansiados dibujos animados. Mientras yo tomaba mi lugar en el sillón, mi pequeña eligió sentarse en la calidez del parquet, cerca de la tele, lugar privilegiado para ver con todo detalle las peripecias de un conejo astuto, las locuras de un pato enajenado y el nerviosismo de un cerdo pulcro. Los "Looney Toons" eran los elegidos de esa mañana de domingo.

Mientras observaba las coloridas escenas y a mi nieta disfrutar con ellas, se posó ante mis ojos algo que jamás olvidaré. Se veía un como de un árbol grande, frondoso, robusto y fuerte se manufacturaba un único, sencillo y diminuto palillo de dientes. Reí de forma inmediata y pensé: "Sólo un palillo de dientes". Busqué la complicidad de mi nieta, pero no la obtuve. Luego de un silencio prolongado y sin girar el rostro hacia mi persona, me hizo una pregunta: "Abuelito, ¿tú trabajas haciendo eso?" y luego aseveró "A que sí". En un momento no entendí - o quizás no quise entender - su cuestionamiento. Tenía mi nieta a su tan temprana edad un curioso concepto de la labor que realiza su abuelo, algo que me hubiese gustado aclarar de forma inmediata pero que no puede, no era yo el indicado, debería ser alguien neutral, interprete de mis conocimientos en madera y pedagogo también para ser capaz de hacerle entender a una pequeña que su abuelo hacia un uso responsable de tan maravilloso recurso.

Los minutos pasaban y seguía sin responder, el silencio delataba en mí el nerviosismo de tan acusadora pregunta. Respiré hondo y atine a decir: "¿Deseas acompañarme a la fábrica?" a lo que ella me respondió con un inmediato "Si".

Mientras conducía rumbo a las oficinas, empecé a planear una estrategia, pero a mi llegada comprendí que no sería nada fácil variar el pensamiento de una niña de 3 años.

Olor a madera, el ambiente me motivaba, comprendí al fin que había elegido ese lugar para encontrar la inspiración necesaria.

Nave a nave mí nieta se fue dando cuenta de los diversos productos derivados de la madera: puertas, marcos, suelos, paredes, techos, mobiliarios en general y más. Cada producto respondía a la pregunta que minutos atrás me había hecho, cada producto que veía mí pequeña aliviaba mi inquietud. Dudas tales como: ¿Qué es eso?", "¿Para qué sirve?" eran aclaradas inmediatamente por mí y cada respuesta confirmaba mi tranquilidad.

Acabada la demostración, me confirmé a mí mismo una vez más el buen uso que hacemos de nuestra materia prima, no solo en lo que a manufacturación se refiere sino desde su proceso inicial - tala responsable - hasta la entrega final del producto bien acabado.

Me dirigí a mi nieta y le dije con un tono de orgullo: "A esto es a lo que se dedica tu abuelo".

Durante el viaje de camino a casa mi nieta empezó a reír sin motivo aparente, sorprendido me dirigí a ella, pero antes de hacerle cualquier pregunta ella susurro: "Solo un palillo de diente".


José Tolosa
Presidente
GRUPO MADEPLAX




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